Hace algunos meses atrás leí nuevamente el libro del Premio Nobel de Economía, F.A. Hayek (1899-1992) "Camino de servidumbre" (2021, Editorial Alianza) y debo decir que al principio -y pecando de algo prepotente- pensé que el libro no era muy bueno y le faltaba contenido y argumentación más "económica" de peso. No obstante, con el pasar de los días y volviendo al libro de manera más pausada logre entender el verdadero valor del libro. Camino de servidumbre no es un libro de economía, sino que es un libro de teoría política y de filosofía, en donde Hayek trata de reflejar el estrecho vinculo pragmático e indivisible entre libertad económica y libertad política. Creo que al leer este libro en clave de teoría política ayuda, no solo a valorar este libro, que es una de las piedras angulares del siglo XX, sino que también ayuda a desvelar la relación simbiótica entre libertad económica (bajo un sistema capitalista) y la libertad política.
I. Hayek y el camino de servidumbre entendido en clave de teoría política
El gran argumento de Hayek en dicho libro, NO es -como creen algunos simplistas- que, si el gobierno interviene en la economía con regulaciones y con medidas 'correctivas', la sociedad 'inevitablemente' desencadenará en un camino de servidumbre hacia el socialismo; sino que más bien el argumento de Hayek es el siguiente: en un país o bajo un Estado, si no sabemos salvaguardar nuestras libertades económicas y protegerlas con reglas claras y estables, se corre el riesgo de que dicho Estado (o poder político) use la justificación del control económico para destruir el Estado de Derecho y la predictibilidad de nuestras actividades. Al tratar de hacerse del control de las actividades económicas con decisiones políticas ad hoc, como expropiaciones injustificadas, el controlar ciertas industrias 'clave' sin justificación, el controlar los Directorios de empresas, etc., el poder político no solo destruye el Estado de Derecho sino que también destruye la dispersión del poder económico, ayudando a concentrarlo en las manos de la misma élite que controla el poder político. De esta forma, el poder político termina por horadar el Estado de Derecho y devorar a la libertad económica y, por añadidura, a la libertad política por la falta de contrapesos jurídicos, institucionales y de poder.
Esto, argumenta Hayek, sería el probable fin de nuestras libertades políticas , por dos motivos: 1) no hay posibilidad de predecir el actuar del Estado en materias económico-jurídicas, ya que en la práctica ha dejo de existir el Estado de Derecho (debido a la intromisión sin reglas, ni limites, de este en la esfera de la producción) y 2) debido a que el poder político se ha concentrado con el poder económico. El Estado socialista planificador entonces es incompatible con el Estado de Derecho, pues si "el Estado pretendiese dirigir las acciones individuales para lograr fines particulares, su actuación tendría que decidirse sobre la base de todas las circunstancias del momento, y sería imprevisible. De aquí el hecho familiar de que, cuanto más 'planifica' el Estado más difícil se le hace al individuo su planificación" (Hayek, 2022, p. 137). El Estado de Derecho es lo opuesto al gobierno arbitrario e impredecible que interviene en la economía, por este motivo la planificación central es incompatible con el Estado de Derecho. "Decir que una sociedad planificada no puede mantener el Estado de Derecho ... significa tan solo que el uso de los poderes coercitivos del Estado no estará ya limitado y determinado por normas preestablecidas" (Ibid., p. 146).
Así las cosas, Hayek cree, que una sociedad puede comenzar a transitar rápidamente en el "camino de servidumbre". Todo esto No significa que dicho camino sea inexorable e ineludible, sino que lo hace más probable debido a la falta de contrapesos para con el poder político. Como lo reconoce Hayek: "Se ha alegado frecuentemente que afirmo que todo movimiento en la dirección del socialismo ha de conducir por fuerza al totalitarismo. Aunque este peligro existe, no es esto lo que el libro dice. Lo que hace el libro es llamar atención hacia los principios de nuestra política" (Hayek, 2022, p. 37).
El gran mensaje de teoría política que hace Hayek en Camino de servidumbre es este: salvaguardar y proteger la libertad económica bajo un sistema capitalista con reglas estables es fundamental si queremos preservar nuestras libertades políticas. De esta forma, la planificación central de la económica y la economía colectivista, que promovían los socialismos del siglo XX, son fundamentalmente enemigas de la libertad política. Como establecía Elie Halévy: "Los socialistas creen en dos cosas que son absolutamente diferentes y hasta quizás contradictorias: libertad y organización". En simple, si no sabemos conservar nuestras libertades económicas de las garras de la planificación y del colectivismo político, la libertad política se convierte en un castillo de naipes que se derrumbaría fácilmente.
Esta reflexión que hace Hayek en "Camino de Servidumbre" (en sus capítulos 5, 6 y 7) es trascendental pues nos ilumina el hecho clave de que la planificación central de una economía es incompatible con el Estado de Derecho y, por ende, termina siempre asfixiando nuestras libertades políticas por via de la planificación económica. Dicho de otra forma, la planificación socialista no es solo enemiga de la libertad económica, sino que es enemiga de la liberta tout court.
Muchos economistas creían, como el Premio Nobel de economía Paul Samuelson, que el socialismo planificado podía ser eficiente económicamente e incluso hasta ser más productivo que el Capitalismo, otros economistas creían que el socialismo fracasaría por su lógica de organización burocrática, pero resulta lamentable y triste que ningún otro economista de peso durante casi medio siglo haya tomado en serio los argumentos filosóficos y morales de Hayek por los cuales el socialismo planificado es liberticida (esto habla de como la profesión de economistas había habandonado las consideraciones éticas y filosóficas por meras consideraciones cuantitativas como la frontera de posibilidades de producción PPF o extrapolaciones del PIB). Con todo, el socialismo del siglo XX es imposible de realizarse en cuanto es incompatible con la libertad individual y con las esferas de libertad económicas y políticas que necesita un ser humano para desplegarse dignamente. Dicha forma de socialismo (planificador central) entonces es incompatible con la libertad y solo viable en servidumbre. "La libertad individual no se puede conciliar con la supremacía de un solo objetivo al cual debe subordinarse completa y permanentemente la sociedad entera" (Ibid., p. 305). Todo este análisis debería ser considerado como una de las más grandes ideas políticas del siglo XX.
En palabras de Hayek (2021, p. 130 y 145):
"la planificación [central] conduce a la dictadura, porque la dictadura es el más eficaz instrumento de coerción y de inculcación de ideales, y, como tal, indispensable para hacer posible una planificación central en gran escala. El conflicto entre planificación y democracia surge sencillamente por el hecho de ser esta [la democracia] un obstáculo para la supresión de la libertad, que la dirección de la actividad económica exige. Pero cuando la democracia deja de ser una garantía de la libertad individual, puede muy bien persistir en alguna forma bajo un régimen totalitario. Una verdadera «dictadura del proletariado», aunque fuese democrática en su forma, si acometiese la direccióon centralizada del sistema económico destruiría, probablemente, la libertad personal más a fondo que lo haya hecho jamás ninguna autocracia. ... en una sociedad planificada no puede mantenerse el Estado de Derecho ... el uso de los poderes coercitivos del Estado no estará ya limitado y determinado por normas preestablecidas"
Debemos aclarar que Hayek apunta sus dardos solo a la planificación central y al control del Estado de la economía en su conjunto, pero Hayek en ningún caso hace una defensa del laissez faire y no se opone tampoco a la regulación y a la planificación o diseño jurídico de los mercados a través del uso del Estado . En este sentido Hayek (2021, p. 84) establece:
"Es importante no confundir la oposición contra la planificación de esta clase con una dogmática actitud de laissez faire. La argumentación liberal defiende el mejor uso posible de las fuerzas de la competencia como medio para coordinar los esfuerzos humanos, pero no es una argumentación en favor de dejar las cosas tal como están. Se basa en la convicción de que allí donde pueda crearse una competencia efectiva, esta es la mejor guía para conducir los esfuerzos individuales. No niega, antes bien, afirma que, si la competencia ha de actuar con ventaja, requiere una estructura legal cuidadosamente pensada, y que ni las reglas jurídicas del pasado ni las actuales están libres de graves defectos. Tampoco niega que donde es imposible crear las condiciones necesarias para hacer eficaz la competencia tenemos que acudir a otros meetodos en la guía de la actividad economica".
En síntesis, uno de los grandes mensajes de este libro de Hayek es que no podemos separar a la libertad económica de la libertad política y creer que podemos abandonar una y mantener a la otra intacta en el tiempo; esto es "en gran parte una consecuencia de la errónea convicción de la existencia de fines estrictamente económicos separados de los restantes fines de la vida" (Hayek, 2021, p. 153). La libertad económica se relaciona con, y es indivisible de, la libertad en general pues "quien controla la vida económica controla los medios para todos nuestros fines y, por consiguiente, decide cuales de estos han de ser satisfechos y cuales no" (Ibid., p. 157). De esta manera, "el control económico no es solo intervención de un sector de la vida humana que puede separarse del resto; es el control de los medios que sirven a todos nuestros fines ... La planificación central significa que el problema económico ha de ser resuelto ... no por el individuo; pero esto implica que tiene que ser también la comunidad, o, mejor dicho, sus representantes [políticos], quienes decidan acerca de la importancia relativa de las diferentes necesidades" (Ibid., p. 157).
II. Friedman: El mercado como un protector de esferas de libertad
Quizás no haya nadie que haya entendido mejor el punto anterior de Hayek, que el Premio Nobel de Economía Milton Friedman (1912-2006). Pues, en su libro "Capitalismo y libertad" Friedman escribe un capítulo entero (capítulo 1) para entender la relación entre libertad económica y libertad política. Friedman entonces señala la relación simbiótica entre libertad política y libertad económica, desprendiendo conclusiones similares a las que yo obtuve del texto de Hayek: la economía y la política no pueden estar separadas, y es falso creer que podemos mezclar cualquier tipo de orden político (como la democracia que salvaguarde nuestras libertades), con cualquier tipo de organización económica (socialismo planificador), pues Hayek demostró que estas son lógicamente incompatibles.
En palabras de Friedman (2022, p. 45):
"hay una conexión íntima entre la economía y la política, que solo ciertas combinaciones de organización política y económica son posibles y sobre todo que una sociedad que es socialista no puede ser también democrática en el sentido de garantizar la libertad individual"
Otro punto interesante es donde Friedman habla de la dispersión del poder económico y de los checks and balances o contrapesos entre poder económico y poder político. Los liberales del siglo XVIII en adelante (Benjamin Constant, Montesquieu y Madison), siempre pensaron en la idea de los contrapesos políticos y de los checks and balances entre poderes de gobierno y jurídicos como una manera de salvaguardar la libertad política; pero pensaron muy poco en la libertad económica. Friedman y Hayek vienen a subsanar ese punto ciego al hacer hincapié en el rol clave de la libertad económica y la competencia en el Capitalismo en dispersar el poder y en hacer contrapeso al poder político: "si el poder económico se mantiene fuera de las manos del poder político, puede servir como freno y contención del poder político" (Friedman, 2022, p. 55). Así, la libertad económica, bajo un sistema capitalista competitivo, es deseable pues es un medio para salvaguardar nuestras libertades políticas. En palabras de Friedman (2022, p. 47):
"Considerada como un medio para el fin de la libertad politica, la organización económica es clave debido a su efecto sobre la concentración o dispersión del poder. El tipo de organización económica que proporciona libertad económica directamente, es decir, el capitalismo competitivo, también promueve la libertad política porque separa el poder económico del poder político, y de esta manera permite que una compense a la otra. ... No conozco ningún ejemplo de una sociedad que haya sido marcada por una gran medida de libertad política y que no haya utilizado algo comparable a un mercado libre para organizar la mayor parte de su actividad económica".
Otro aspecto positivo y clave del mercado es que nos permite salvaguardar nuestras libertades de cara, no solo al Estado y los políticos, sino qué también de cara a otras personas o multitudes que pueden atentar contra nuestras libertades personales. De esta manera, "mientras se mantenga la libertad efectiva de intercambio, la característica central de la organización del mercado de la actividad económica es que evita que una persona interfiera en la mayoría de las actividades de otra. El consumidor esta protegido de la coerción por parte del vendedor debido a la presencia de otros vendedores con quienes puede tratar" (Friedman, 2022, p. 53).
El mercado entonces, como también lo señalaba Hayek, protege nuestras esferas de libertad en el quehacer diario, pues el mercado es beneficioso "no solo porque en la mayor parte de las circunstancias es el método más eficiente conocido, sino, más aún, porque es el único método que permite a nuestras actividades ajustarse a las de cada uno de los demás sin intervención coercitiva o arbitraria de la autoridad." (Hayek, 2021, p. 85).
Este punto de las esferas de libertad ante otros, ante grupos y ante los políticos, se relaciona con lo que advierte Friedman con relación a como el mercado es un mecanismo de coordinación impersonal que 'bypasea' o evita el hecho de tomar decisiones colectivas explícitas en conjunto a través de mecanismos de elección políticos, que sin duda terminarían por restringir nuestra libertad de acción. Como sabemos gracias a Mancur Olson y Elinor Ostrom, el incurrir en acción política o acción colectiva requiere un alto grado de conformidad o de subordinación personal ante la elección social. En simple, para poder obtener acción colectiva e incurrir en acción política debemos subordinar o adaptar nuestras preferencias y libertades personales a la elección del grupo (la acción colectiva exige un alto grado de conformidad por parte del individuo). La ventaja del mercado es que nos permite bypassear o evitar dicha necesidad de subordinarnos y acatar todo aquello que decide la mayoría o el colectivo político.
En otras palabras, el mercado es beneficioso para nuestras esferas de libertad porque nos ayuda evitar el uso explicito de mecanismos políticos o de acción colectiva a los cuales debemos subordinarnos para tomar decisiones de consumo, producción, innovación, etc., que perfectamente se pueden tomar a través de los mecanismos impersonales, descentralizados y cooperativos del mercado. En palabras de Friedman (2022, p. 53):
"Lo que hace el mercado es reducir en gran medida la gama de problemas que deben decidirse mediante medios políticos, y asi minimizar la medida en la que el Estado necesita participar directamente en el juego. El rasgo característico de la acción a través de canales políticos es que tiende a exigir o hacer cumplir una conformidad sustancial. En cambio, la gran ventaja del mercado es que permite una amplia diversidad [de opinión]. En términos políticos, es un sistema de representación proporcional."
III. El problema de la planificación es un problema de excesiva ampliación de la esfera política
El problema de la planificación central y del socialismo del siglo XX entonces, no es solo económico y de conocimiento (el problema del conocimiento disperso y fragmentado) como lo estableció Hayek en su famoso ensayo "El uso del conocimiento en la sociedad", si no que también es un problema ético y político; en el sentido en que, al tomar una decisión económica centralizada para un país, el socialismo debe tomar acción en base a un solo plan, una sola visión ética y una escala de preferencias, por lo que maximiza el grado de conformidad de los planes del individuo con los planes de la entidad central. Dicho de otra forma, el socialismo amplia el uso de la política o de la decisión colectiva a su máxima expresión en toda esfera de decisión, obligando al individuo a tener que subordinar sus preferencias y escala de valores a la escala de valores de la comunidad política.
La planificación central maximiza la medida en la cual los problemas socioeconómicos deben ser resueltos a través de decisiones colectivas explícitas y concertadas, en vez de bypasearlas o evitarlas a través del mercado: nos obliga a tener que hacer decisiones explícitas en grupos y a través de entidades políticas o burocráticas, obligándonos entonces a modificar (o subordinar) nuestras escalas de valores a aquellas de la entidad central. Pero, al hacer esto, lo que hace el socialismo, es reducir gravemente nuestras esferas de libertad, subordinándolas al devenir de las mayorías o de los políticos.
De esta forma:"Lo esencial para nosotros es que no existe un código ético tan completo. El intento de dirigir toda la actividad económica de acuerdo con un solo plan alzaría innumerables cuestiones, cuya respuesta sólo podría provenir de una [sola] regla moral, pero la ética existente no tiene respuesta para ellas, y cuando la tiene, no hay acuerdo respecto a lo que se deba hacer. La gente, o no tiene opiniones definidas, o tiene opiniones opuestas sobre estas cuestiones, porque en la sociedad libre en que hemos vivido no ha existido ocasión para pensar sobre ellas y todavía menos para formar una opinión común." (Hayek, 2022, p. 114)
Visto que no tenemos una sola escala moral y ética unitaria que sea capaz de abarcarlo todo y de responder a todas nuestras visiones, la planificación central es entonces éticamente opuesta a la libertad, al obligarnos a hacer demasiadas decisiones económicas explícitas a través de la política y la colectividad centralizada, en vez de usar el mercado como mecanismo impersonal que respeta mejor la pluralidad de los distintos actores y el hecho de que hay escalas de valores distintas y contradictorias entre si. Así, con la planificación central "nos vemos forzados a llegar a un acuerdo sobre todo, si es que ha de ser posible una acción cualquiera" (ibid., p. 119). Como lo reconoce Hayek (2022, p. 64), "hemos acometido, efectivamente, la eliminación de las fuerzas que producen resultados imprevistos y la sustitución del mecanismo impersonal y anónimo del mercado por una dirección colectiva y 'consciente' de todas las fuerzas sociales hacia metas deliberadamente elegidas".
La acción común y la acción política entonces debe ser limitada solo en aquellos campos en donde es más probable que las personas concuerden sobre fines comunes y valores; ahí donde es más probable que no haya acuerdo y exista heterogeneidad, es preferible bypassear el conflicto a través del mercado; pero esto es precisamente lo que impide la planificación central al eliminar los mercados y obligarnos a entrar en la arena política, exacerbando entonces el conflicto ético y político entre escala de valores inconmensurables. Como reconoce Hayek: "por desgracia, no podemos extender indefinidamente la esfera de la acción común y mantener, sin embargo, la libertad de cada individuo en su propia esfera" (Hayek, 2022, p. 117).
IV. Conclusión
En síntesis, el socialismo del siglo XX y todos los colectivismos en general, no pueden combinarse satisfactoriamente con la libertad por razones éticas, políticas y económicas (razones de PPE), ya que al abandonar progresivamente la libertad económica se destruye también aquel sustrato de libertad y de esferas de protección individual sin la cual no puede mantenerse una libertad personal ni política en el tiempo. Para Friedman y Hayek entonces, el sistema económico Capitalista, al expandir y enriquecer la libertad económica, sirve además de sustento para el mantenimiento de la libertad política. Así, "la libertad política carece de significado sin libertad económica" (Ibid., p. 169). De esta forma, una de las enseñanzas de ambos pensadores es que "la historia solo sugiere que el capitalismo es una condición necesaria para la libertad política. [pero] Es evidente que no es una condición suficiente" (Friedman, 2022, p. 48). En simple, la libertad política y democrática sin un capitalismo dinámico y competitivo es como un piso (taburete) al cual le falta una pierna.
Para cerrar estas reflexiones en torno al Capitalismo y la libertad, por supuesto todo lo anterior que establecía Milton Friedman también ya lo advertía F.A. Hayek 40 años antes, respecto al como el Capitalismo sería finalmente un complemento de peso positivo y un verdadero pilar de la democracia y la libertad.
"el gran mérito del credo liberal está en que redujo el ámbito de las cuestiones sobre las cuales era necesario el acuerdo a aquellas en que era probable que existiese dentro de una sociedad de hombres libres. Se dice ahora con frecuencia que la democracia no tolerará el «capitalismo». Por ello se hace todavía más importante comprender que sólo dentro de este sistema es posible la democracia, si por «capitalismo» se entiende un sistema de competencia basado sobre la libre disposición de la propiedad privada. Cuando llegue a ser dominada por un credo colectivista, la democracia se destruirá así misma inevitablemente." (Hayek, 2021, p. 129).
Comentarios